Iba una psicosis caminando por la calle, entró a la tienda de la esquina, compró un paquete de cigarrillos, fumó un par y llamó por teléfono.
A los cuarenta y dos minutos llegó una neurosis recién motilada acompañada de una histeria conversiva en vacaciones y de una sociopatía que había acabado de llegar de Coveñas.
Allí estuvieron, pasaron la tarde, hablaron de sus cuitas y sus descuitas y al final cada una pagó su parte; la esquizofrenia tomó el dinero y les devolvió. Ellas partieron la devuelta y se fueron, las que podían, a dormir a sus casas.
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