Sin embargo, a diferencia del
ciudadano de a pie, no va empujando el carrito de mercado. Alguien que viene
detrás de él lo empuja, y no es una señora como suele ser. Es un guardaespaldas.
…
Va pasando un funcionario del
supermercado. Se despide de otros dos funcionarios. Va caminando y me da la
espalda. Yo lo veo y le digo en voz alta ‒sin que él me escuche por supuesto‒: “subite
esos pantalones por amor a Dios”. Los lleva caídos. Parece, como dice un amigo
mío, que ha dejado el culo olvidado en los otros pantalones.
…
Pasa una negra hermosa y yo hago
ese gesto difícil de describir que consiste en estirar los labios, los dientes
casi cerrados deteniendo la lengua y aspirando una bocanada de aire (si se hace
por mucho tiempo los dientes se secan) Después digo: ¡Eh avemaría qué negra!
…
Como estoy tomando café me da por
orinar. Veo a un tipo ‒iba a decir un negro pero no me parece preciso el
concepto‒ que me da la espalda. Está con una viejita ‒creo que es su madre‒. Veo
la espalda del tipo y pienso en describir la banda tejida con la que se sujeta
el pelo de la cabeza (tengo horror a la palabra “cabello”) pero dudo: No sé si
describir la banda o ir al baño a orinar. Mientras dudo y tomo la decisión el
tipo se va. Supongo que para el baño.
…
Pasa una mujer que despierta mi
instinto sexual. No puedo describirla bien en este momento, se ha ido mientras
escribía lo del moreno con la banda tejida ‒no se pueden hacer dos cosas al
mismo tiempo‒. La mujer se acerca a la barra del café. Sin duda pide algo. Cuando
atraviesa mi campo visual la miro: lleva una falda larga. Siempre me ha gustado
que las mujeres las usen y además lleva una camiseta que deja ver su vientre y
sus hombros sin estorbos. Le obsequio una mirada fija y sostenida, una mirada semipenetrante.
Una mirada de esas que a uno no le importa que la mujer se dé cuenta que es una
mirada de deseo. Parece que ella recibe la mirada, ¡qué bien!, a eso le llamo
yo cultura sexual: Saber dar y recibir una mirada de deseo que se queda ahí, que
satisface, como decía S. Freud, una pulsión parcial.
Ahora que lo recuerdo la mujer
pasa dos veces: una cuando va a comprar el café. Otra cuando se aleja con
el botín. Acabo de caer en cuenta también que he olvidado retener la imagen del
culo en mi memoria. Quizá fue más prominente, más impactante, el escote tipo “strapless” (tampoco me gusta esa
palabra. Me parece que pertenece al argot femenino y hago todo lo posible por
huir de mis identificaciones femeninas).
Desde entonces no ha vuelto a
pasar otra mujer que excite mis instintos sexuales.
¿Una mirada libidinosa puede ser
respetuosa? Yo creo que sí.
…
Otra escena interesante: Una
señora empuja a otra señora “de edad” (como si fuera posible no tener edad) que
va en una silla de ruedas. Al mismo tiempo la señora de edad empuja un carrito
de mercado ¡pero no cualquier carrito! Se trata de uno de esos carritos que
tienen forma de carrito de niños. La escena sería completa, increíble, si en el
carrito fuera también metido un niño. A ver si la próxima vez se ponen en ello
para satisfacer el apetito de observadores, fotógrafos y coleccionistas de curiosidades.
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