viernes, 22 de diciembre de 2017

CRÓNICA MATUTINA

Chiqui–chí, chiqui–chí, chiqui–chí…
…chispean platillos de música electrónica.
Chiqui–chí, chiqui–chí, chiqui–chí…
…sueñan con oídos electrones musicales...
Chiqui chí, chiqui chí…
Es lo único que se escucha...

El barrio está silencioso esta mañana:
Chiqui– chí…
el ciclo de la nevera,
Chiqui– chí…
el rugido distante de los camiones,
Chiqui– chí…
el vapor levitando en el tendedero,
Chiqui– chí…
las tripas trasnochadas demandan su salario,
Chiqui– chí…
los perros se trenzan en ladridos de batalla...

Chiqui–chí, chiqui–chí, chiqui–chí…

El que no tiene nombre mira el eclipse de pájaros y sol,
se endereza traqueando la marimba de su espalda,
sorbe una porción gourmet de viento,

Endereza la espalda bailando el chiqui–chí.
se estira como un gato que intenta cosechar un mirlo.
E intuye el nirvana de las diez de la mañana.

Se acuerda de Ella, a esta hora, apéndice del laburo:
Su cola de caballo dorada, amarrada a la pantalla de un mundo de murmullos laborales.

El hambre lo remolca a la cocina, chiqui chí repetido en distintas ocasiones:
Las futuras tostadas se calientan en la parrilla,
las dos cargas de café, la taza, el agua,  
la avalancha de leche en polvo y azúcar que la licuadora atormenta…

Chiqui–chí, chiqui–chí, chiqui–chí…

La cafetera incontiene la infusión
Exhala vaporosa y sostenida
–ese orgasmo que le es propio–.
(La que si tiene nombre vuelve a la memoria)…

Libra desayuna con la imagen de la cabra
así como los perros conversan desde los balcones.
El estómago notifica al cerebro su alivio y esperanza,
Cesa el chiqui chí, saciado su hambre de oídos,
se trueca en vallenato la montaña…
edita sus notas el colibrí… 

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