viernes, 23 de diciembre de 2016

RESURRECCIÓN

El frío empezaba a calarle desde adentro. Su corazón, intermitente, los dedos ya casi en las rocas, pero tenía la certeza de que esa luz en su interior refulgía, así que todavía había esperanza para un viejo como él; ya era bastante haber transitado desde la muerte hasta el frío y sentía esa profunda conexión a la que estaba acostumbrado; sabía que sus lágrimas ya no chorrearían miserablemente por su cuerpo, que sus temblores acostumbrados volverían, que sus articulaciones le permitirían volverse a abrir al mundo, para prodigar, generoso, sus riquezas. Atrás quedaría su frustración, la dolorosa improductividad y, aunque no sabía cuánto tiempo más le quedaba de vida celebraba la felicidad de no ser ya más un congelador averiado. 

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