Como si fueran restos de sueños me vienen a la cabeza, nonas, sin contexto, palabras que repito, más que por su significado, por su sonido. La de hoy, “Maimónides". Maimónides, yourmónides, ourmónides… juego con ella, desperezándome. Flexibilizo así mi actitud ante la vida. Otro juego: Maimónides: mis monedas, en inglés.
Después, pensando que los sonidos quieren decirme algo, me sumerjo en la Wikipedia y sus innúmeros saberes:
"Moisés ben Maimón, más conocido como Maimónides (Córdoba, al-Ándalus, Imperio almorávide, 30 de marzo de 1138 - El Cairo, Egipto ayubí, 12 de diciembre de 1204).
Córdoba Al Andalus…
Ahí me es imposible no acordarme de mi madre, la única persona a quien le he oído pronunciar esa singular combinación de fonemas en un contexto más bien catedrático. No es raro escucharla decir que “Los árabes ocuparon España por ocho siglos”... ni oírla hablar sobre la cultura, la historia -y las historias- de los árabes, ni sobre sus visitas a los países en donde su cultura vive y palpita. No es raro oírla hablar, tampoco, de sus visitas a la mismísima Andalucía, o a Granada en donde -cita con tono dramático- la madre del sultán le dijo a éste: "Ahora llora como niño lo que no pudiste defender como hombre".... Honra en sus relatos un profundo y misterioso vínculo con el pueblo de Scherezada, de Al-Khwarizmi y de Mahoma.
Asociadas a Maimónides, también, aparecen en la Wikipedia Torá, Yemen, Averroes, Avicena, Egipto… hermosos nombres para endulzarse los oídos y los labios y llenarse la cabeza de sentidos. Averroes y Avicena, por ejemplo, sabios y médicos también como Maimónides y como tantos otros sabios y médicos; gente curiosa, interesada por igual por las uñas enterradas, la mecánica celeste, la existencia de Dios o de los dioses.
No puedo pensar en los médicos sin pensar en mi padre, médico también, polifacético, y de una manera, harto singular, sabio. No son poco frecuentes en la historia los médicos astrónomos, filósofos, músicos, y más. La tarjeta de Maimónides: médico, filósofo, astrólogo y rabino. Comentador de la Mishná. A sus órdenes.
He oído también hablar de Maimónides a Memo Ánjel, un profesor reconocido en la ciudad por sus programas radiales, convertido, según creo, al judaísmo. Memo Ánjel es, como lo era Maimonides, otro sabio y erudito. Escucharlo me hace pensar a veces sobre el sentido y utilidad del conocimiento. Quiero creer, al escucharlo, que el conocimiento sirve para disfrutar más de la vida, para catarla mejor, y que no hay mayor riqueza que esa, la del mayor disfrute de la vida.
Tal vez para eso aparece Maimónides en mi mente, para acordarme de mi riqueza: del don de las palabras, y del amor, heredado de mi padres, por el conocimiento; práctico el de mi padre, histórico, cultural, ancestral, espiritual, el de mi madre. Maimónides, mi riqueza; Maimónides: mis monedas.
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