domingo, 20 de abril de 2014

UN HOMBRE A UNA NARIZ PEGADO


Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
Quevedo 

Quiero contar un secreto, que muy pocas personas conocen porque se los he confiado personalmente… soy narizón, o narigón. Aunque decir que soy narizón es una afirmación relativa; podría decirse también que tengo la cara pequeña o que la tengo muy atrás de la nariz. Y bueno, tiene sus ventajas. Cuando estaba en el colegio los profesores de educación física me elegían para atletismo porque siempre ganaba por una nariz. Ni siquiera tenía que correr. Digamos que la carrera consistía en que los otros corrían desde el principio hasta el final de mi nariz. Pero no hay que exagerar eso era solo en las carreras de 100 metros. Cuando había que dar vuelta a toda la pista, también ganaba pero valiéndome de otro artilugio y era que cuando me iban ganando simplemente eliminaba a mis competidores aspirándolos. Una vez que ganaba me sonaba y pasábamos a otra actividad. Es verdad que algunos protestaban porque les parecía antideportivo pero los profesores se hacían los de la vista gorda, los de la nariz respingada.  

La nariz, de frente,  se ve muy bien y yo me digo que soy muy guapo, muy apuesto, apuesto que sí, porque no suelo verme de perfil. No sé, tal vez el espejo tenga un problema porque no me puedo ver de lado en él, aún cuando he intentado ponerlo en la pared del lado para que no quede de frente, pero ni así. Tanta tecnología y aún los espejos solo nos miran de frente… por más que intento verme de perfil voy dando vueltas y vueltas como un perro que se persigue la cola y nada.

Sin embargo, hay situaciones en las que puedo verme de perfil, por ejemplo cuando me toman un foto, aunque usualmente las fotos suelen ser de frente, nos pasa con esto como con las caras de la luna. Yo solo veo una cara, pero, por ejemplo, cuando me filman y puedo verme de lado, me da un poco de pena conmigo mismo, parezco una caricatura de mí mismo, una caricatura de lo que veo en el espejo de frente.

Me parece que soy un pájaro desgarbado y ahí entiendo entonces, en los vericuetos de mi nariz el porqué de mi voz nasal,no sólo tengo una voz nasal, todo yo soy nasal, soy una persona nasal  el recorrido arduo que tiene que hacer el aire y el sonido a través del túnel de oriente de mi nariz, y además el largo camino que tiene que recorrer el aire acompañado de las notas musicales de mi voz. Si es que me ha pasado que digo cosas que no alcanzan a salir por la nariz… si es que cuando respiro, muchas veces el aire no alcanza a salir de la nariz y vuelvo y lo aspiro y termino respirando dentro de mí mismo, respirándome y oliéndome la nariz por dentro. Por eso a veces me sorprendo diciendo; hombre aquí huele como a nariz… 

Estimulado por la sociedad de consumo, porque soy un consumista, especialmente de aire (si necesitan un poco pueden salirse un rato, el de esta habitación apenas es para mí)... he caído en la tentación de hacerme una cirugía plástica. Me dio una vez por hacerme una rinoplastia. Dice Seinfeld que lo de rinoplastia es una burla cruel para los que tienen nariz grande, compararlos con un rinoceronte… 

Fui entonces donde un médico para averiguar cómo era la cosa, y me encontré en la sala de espera a otras personas de todos los tipos que iban a averiguar por una (o varias cirugías plásticas, ustedes saben el paquete…) Había gentes de toda clase con exageraciones anatómicas de todo tipo, unos por exceso y otros por defecto, aunque eso de defecto no suena bien (la nariz muy grande tampoco suena bien, o al menos no suena rápido porque el trabajo que hay que hacer es mucho). Había básicamente, personas gordas, y personas con la flaqueza mal distribuida, mujeres 60-90-60, unas quejándose por ser planas, ninguna quejándose de lo contrario, en fin, ya saben la locura que hay con las glándulas mamarias y con las sentaderas, no voy a ahondar sobre ese tema. 

La clínica era muy organizada. Siguiendo los estándares de la norma ISO no se qué  (a propósito de las normas ISO, quién las iso?) Tenían, como en las fábricas, bandas distribuidoras que dirigían a los pacientes a diferentes salas: así que había una en el que las mujeres eran todas “planas” no sé el gusto de ustedes pero a mí me hubiera gustado aprender a escribir con esas planas, porque voy a decirlo aquí, a mi me parecen muy bellas las mujeres con los pechos pequeños (también con los grandes). En esa sala había un aviso que decía, “en el fondo de cada teta chiquita hay una teta grande que puja por salir”. Era una sala muy bonica, lástima que después, al final de la banda,  muchas de ellas saldrían con esas barrocas tetas Golty, certificado  de la NBA incluido.

En otra sala estaban los y las arrugadas. Vuelvo sobre lo mismo, a mí me gustan las arrugas. Parece ser que las damas y caballeros que van allí tienen bien incorporadas las actitudes antioqueñas porque es gente que no se le arruga a nada, y que si se arruga, pues entonces bisturí. En cambio a mí me gustan las patas de gallina, especialmente en el sancocho. 

En otra sala estaban unos que, en las historias clínicas de los médicos figuraban con el nombre técnico de culisecos o culisecas, circunstancia que no veo por qué haya que cambiar porque no he experimentado sensación más desagradable que tener el culo mojado cuando uno está de pantalones: esa piquiña, ese sentimiento de abandono, ese deseo ferviente de llegar a la casa para secarse la nalga y ponerse ropa seca… vuelvo en defensa de la nalga. Sí, tal vez todos quisiéramos que las nalgas tuvieran cierta curvatura y rellenez, pero vivimos en la realidad y hay que aceptar las nalgas como son: nada más triste que una nalga con baja autoestima y nada mejor  que unas nalgas grandes o pequeñas que se sienten orgullosas de ser como son y que dicen no me importa lo que digan de mí, es más, ¡me importa un culo! Y el culo matando el ojo coqueto en señal de aprobación. También en esta sala había, no como en los talleres mecánicos, mujeres culonas publicitando llantas de camioneta, sino implantes marca Pirelli, Good Year, Yokohama, etc,. Y es que parece ser que estas empresas han visto un nicho de mercado en prótesis nalgatorias porque si bien solo son dos nalgas y los carros tienen cuatro llantas, una llanta puede valer doscientos mil pesos, en tanto que cada nalga puede valer ochocientos mil pesos, ustedes hagan la multiplicación. 

Para no hacer muy larga la cosa, había otra sala que se llamaba “varios” en donde esperaban aquellos que no se ajustaban a ninguna de las otras clasificaciones. El nombre de la sala era bastante apropiado porque al asomarse en ella uno veía que había varios. Estaban orejas, maxilares inferiores y superiores (a quienes había que someter a tratamiento psicológico también: superiores, inferiores…) manos, piernas, pies.

Y así, salas para barrigas, liposucción, llama la atención que no existe el proceso de lipoinyección, podrían hacerse interesantes transfusiones pero toda esa grasa se desperdicia, a no ser que hagan mantequilla con ella, sería una manera de diversificar el portafolio de la clínica, a la salida, unos buenos jabones, o… ya me dio asco imaginar. 

Finalmente estaba la sala de los narigones. En la sala había dos paredes con sillas, una enfrente de la otra y en las sillas sentados sendos narizones a los que les quedaba imposible leer las revistas (por la distancia). Las sillas se encontraban intercaladas, explico. Para que las narices no chocaran unas con otras formaban una especie de puente por el que el médico pasaba cantando: el tabique está quebrado, con qué lo curaremos… y uno sabía que era con bisturí, sierras, y quién sabe con qué más artículos de ferretería. Es una exageración. Quién iba a creer que las narices de los pacientes formaban un puente. Lo que formaban era una guardia de honor. Había que ver al médico cómo entraba estirando cuello, como la reina de Inglaterra con su estetoscopio, mientras los narigudos entonaban con sus narices Aída de Verdi : ta tan tata ta tá, tata ta tá… ta táa….

Al llegar a mi turno entré donde el médico quien, sin mirarme, sin olerme, me dijo: quítese la ropa. Me sorprendió un poco pero después advertí que también él estaba sin ropa. Me entró algo de desconfianza. Al preguntar por la particularidad de nuestros atuendos me preguntó si venía particular o con plan prepago. Yo le dije que particular, que si mi nariz no le parecía suficientemente particular. Ofreció excusas y dijo explicando que lo de la ropa era para un plan de pago especial que tenía la clínica para clientes prepago, podían pagar con trabajo, no sé si entiende. 

Una vez que volvimos a vestirnos (sin aceptar por supuesto el arreglo prepago), miró primero la nariz y después a mí. Me preguntó: ¿usted viene con ella? Sí doctor, desde chiquito, hemos sido inseparables. Edad? Treinta y siete. ¿Sexo? De vez en cuando ¿sexo nasal? No gracias acabé de desayunar. Después de las preguntas de rigor, sacó unos marcadores  de colores y comenzó a hacerme unos dibujos en la nariz. Pensé que se trataba de líneas guías para el diseño de olfato. Me dejé. Después se quedó contemplándome un rato con atención. 

¿Y bien doctor?, le pregunté. 
Me dijo con semblante tierno: ¡Es que se parece a Sam… 
¿A Sam? 
El tucancito de froot loops…!
Después de tomarme una foto y salir a mostrársela a las secretarias y a algunos colegas, podía oír las risas desde el consultorio regresó un poco más aplomado. Ahora sí, en serio, se compuso, y me pasó un paño húmedo para que me borrara las líneas del marcador.
Cómo quién quiere tener la nariz, Richard Geere, Kevin Costner, Nick Noltie, Alec Baldwin, George Clooney…?
Mmmm… Qué tal Richard Geere?
Sacó un catálogo de una gaveta y empezó a buscar: (actores y actrices con las letras del alfabeto) ¡Geere!. “La” Richard Geere, la tenemos en $2´500.000 antes de iva, garantía de seis meses, si no se siente conforme le devolvemos la original... 
Doctor, y no pueden facturar sin iva?... es que yo soy persona natural 
Perdóneme que se lo diga, con todo respeto, ¿pero a usted esa nariz le parece natural?
No doctor, me refiero al régimen…
Bueno, régimen si va a tener que hacer, pero de aire. Después de la cirugía ya no va a poder consumir esas cantidades exageradas. Si es que ya voy a tener que usar el oxígeno.
Me pareció demasiada costosa “La” Richard Geere
y trayendo yo la nariz?
Mhmmm…. Carraspeó el galeno. Le podría pasar lo de las pyp 
No tiene otra más favorable, no sé, Miguel Varoni, Víctor Mallarino, Manolo Cardona… Luis Alirio Calle… 
No, pues pa´ la de Luis Alirio Calle déjese la suya… pero bueno, le cotizo una nacional, digamos una de protagonistas de novela, se le puede dejar en $950.0000, si quiere, y hay material suficiente le podemos poner dos respingadas, tres tipo Michael Jackson. ¿qué dice?.
Yo digo que sale muy costoso ese proceso de latonería – ladronería. ¿no tiene un maquillaje que ayude a disimular un poco?, un juego de sombras y rubor?.

Un poco decepcionado por el fracaso en la venta, sacó el doctor de su maletín un pequeño estuche de lancome y en una actitud generosa me lo entregó, tenga que yo consigo otro… 

A la salida se encontraban los otros narigudos en la sala de espera, y al ver mi cara de decepción que interpretaron como una negativa al festival del cuchillo y la lima, entonaron la canción de los scouts (para trompeta nasal en si bemol):  “No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós…”

En fin, es mucho lo que podría escribir sobre mi nariz y yo, en una cruzada por la autoaceptación y para que tantas otras narices discriminadas puedan reconciliarse con sus dueños, o tantos dueños con sus narices, pero es el momento de dejar paso a otros tópicos, a otras historias, a otros aromas, a otros apéndices, porque como bien dice el dicho aire que no has de sorber déjalo correr. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente, o es usted poco comentarista?