sábado, 12 de abril de 2014

LLANTOTERAPIA

Yo quisiera ser un llorador profesional. Poner el alma en la diana de la ansiedad que cuelga en el pecho, concentrarme, apuntar... y disparar flechas de llanto.

¡Como es de bueno llorar! pero no soy capaz de hacerlo. A pesar de que llueve, de que el tiempo está húmedo, estoy deshidratado. Mis ojos son como un par de cuencas secas. Sería bueno, como dice Tatiana, programar las lloradas.

Tengo treinta y cuatro minutos para llorar. Tal vez pueda hacerme el que lloro y de pronto así salgan, según la misma lógica de la risoterapia, las lágrimas. Lo llamaríamos llantoterapia y crearíamos lloraderos públicos. El agua recogida serviría para múltiples usos: para el aseo, la cocina, o para crear maravillosas fuentes de llanto que irían llenándose y ganando tamaño cada vez que un nuevo llorador hiciera su aporte.

También como la risa el llanto se potencia en compañía. Dice un brujo que conozco que en los velorios solo uno llora la pérdida, que los demás lloran por ver llorar al deudo. Es uno de los pocos espacios en que se permite el llanto y cada quien llora por sus cuitas, no por el muerto, pero llorar es terapia, eso nadie lo discute. Qué triste es la gente que llora poco. Habría que enseñar en las escuelas el poema de Oliverio Girondo: Llorar ante los puertos y las puertas, llorar de flato, de frac, de flacura, llorarlo todo pero llorarlo bien…

En la llantoterapia se contrata a un llorador profesional. Pueden formarse en la costa atlántica en donde existen las plañideras. Pueden también ponerse videos de la llorona ¿dónde están mis hijos?... (Cómo le dolería a la llorona ver el anuncio de la televisión que decía ¿Sabe usted donde están sus hijos en estos momentos?...) También podrían llevarse cebollas y a cada participante darle una para que partiera en finos trozos, cada uno con su kleenex, y todos contando historias de llanto, como una especie de chistes inversos cuyo desenlace no es la risa sino el llanto: imagínese que había una vez un señor, contaría uno de los participantes que… es difícil inventar chistes a la menos uno, a cambio podrían tomarse los chistes en serio y llorar porque los chistes suelen decir cosas horribles, como de borrachos, de muerte, de dolorosos impasses sexuales…

Lo que soy yo me voy a poner a practicar. Ahora solo tengo veintiséis minutos. 

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me honra y alegra tu comentario. Me motiva a seguir publicando. Se me salen las lágrimas.

      Eliminar
  2. Leí este blog llorando, después de la crisis existencial tan verraca que me somete. Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ojalá pase tu crisis. Siempre han dicho que crisis en chino significa oportunidad. Llorar libera y limpia. Después vendrá la risa. Un abrazo y gracias por leer.

      Eliminar

Comente, o es usted poco comentarista?