Perdí mi cédula original.
Saqué un duplicado
Después de tener el duplicado apareció la original
Ahora tengo dos cédulas:
Tengo doble ciudadanía
EL BLOGGGGG DE SANTIAGO TRUJILLO (También tenemos un blogggg de chistes del autor) http://chistesblogcutorio.blogspot.com/
jueves, 20 de diciembre de 2012
domingo, 16 de diciembre de 2012
LA VENGANZA DEL JARDINERO
Sembró flores en todos los ceniceros a cambio de las colillas que arrojamos en su jardín
sábado, 8 de diciembre de 2012
jueves, 6 de diciembre de 2012
TARDEANDO
Iba una psicosis caminando por la calle, entró a la tienda de la esquina, compró un paquete de cigarrillos, fumó un par y llamó por teléfono.
A los cuarenta y dos minutos llegó una neurosis recién motilada acompañada de una histeria conversiva en vacaciones y de una sociopatía que había acabado de llegar de Coveñas.
Allí estuvieron, pasaron la tarde, hablaron de sus cuitas y sus descuitas y al final cada una pagó su parte; la esquizofrenia tomó el dinero y les devolvió. Ellas partieron la devuelta y se fueron, las que podían, a dormir a sus casas.
A los cuarenta y dos minutos llegó una neurosis recién motilada acompañada de una histeria conversiva en vacaciones y de una sociopatía que había acabado de llegar de Coveñas.
Allí estuvieron, pasaron la tarde, hablaron de sus cuitas y sus descuitas y al final cada una pagó su parte; la esquizofrenia tomó el dinero y les devolvió. Ellas partieron la devuelta y se fueron, las que podían, a dormir a sus casas.
martes, 27 de noviembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
jueves, 22 de noviembre de 2012
miércoles, 21 de noviembre de 2012
lunes, 19 de noviembre de 2012
NUEVO LIBRO, LANZAMIENTO
Después del Éxito de
Ami, el niño de las estrellas y
Ami regresa,
No se pierda el lanzamiento de este nuevo título, con seguridad un Best seller,
Ami... no me jodan!
Ami, el niño de las estrellas y
Ami regresa,
No se pierda el lanzamiento de este nuevo título, con seguridad un Best seller,
Ami... no me jodan!
domingo, 18 de noviembre de 2012
LA OBRA MAESTRA
Después de varios años encerrado en su casa de playa alejada de la civilización, escribió quizá una de las obras más grandes de la literatura universal. Eso le causó una gran felicidad por el esfuerzo, el deber cumplido y esas cosas. Después le contaron que el Quijote ya lo había escrito Cervantes y eso le quitó un poco su felicidad por el deber cumplido, el esfuerzo y esas cosas.
FRÍO
Este frío que parece hecho de aposta para congelar las narices
este frío inventado para multiplicar la soledad, cocinar resfríos y estrangular gargantas.
Este frío que se ríe con dientes helados de la torpeza inmóvil de la chaqueta y propina solitarias caricias on the rocks...
Sé que lo merezco.
En otro tiempo fui esbirro del diablo, calderero
y pago este karma sin bufandas, desguantado,
bufando de frío.
este frío inventado para multiplicar la soledad, cocinar resfríos y estrangular gargantas.
Este frío que se ríe con dientes helados de la torpeza inmóvil de la chaqueta y propina solitarias caricias on the rocks...
Sé que lo merezco.
En otro tiempo fui esbirro del diablo, calderero
y pago este karma sin bufandas, desguantado,
bufando de frío.
sábado, 17 de noviembre de 2012
AVISOS PARROQUIALES
El título de la entrada lo ha dicho casi todo: Lo del blog de chistes, quiere decir, como aparece en una de las columnas de este blog (las propagandas se diría, los "gadgets") que este blog tiene un ¿hermano? ¿hijo? o un conocido al que se le atribuye paternidad o maternidad, y que trata exclusivamente de los chistes de este autor. El vínculo es : chistesblogcutorio.blogspot.com
En rigor -le escuché decir a un psicoanalista-, nadie se inventa un chiste. El chiste es un producto del inconsciente. Lo que sí hace el que se los arroga es darle un "ropaje" de coherencia. Toda esta explicación es innecesaria a la hora de disfrutar -o de desdeñar- los chistes del blog.
Lo otro es que el blogcutorio tiene una nueva opción que es seguirlo por correo. Esto evitará, en estos tiempos de altas velocidades tomarse el tiempo de visitar el sitio. Nos gusta que lo visite pero no moriremos si no lo hace, así que está esa otra opción. Hay dos personas a las que les llega el blog por correo y parece que lo leen...
Nada más.
En rigor -le escuché decir a un psicoanalista-, nadie se inventa un chiste. El chiste es un producto del inconsciente. Lo que sí hace el que se los arroga es darle un "ropaje" de coherencia. Toda esta explicación es innecesaria a la hora de disfrutar -o de desdeñar- los chistes del blog.
Lo otro es que el blogcutorio tiene una nueva opción que es seguirlo por correo. Esto evitará, en estos tiempos de altas velocidades tomarse el tiempo de visitar el sitio. Nos gusta que lo visite pero no moriremos si no lo hace, así que está esa otra opción. Hay dos personas a las que les llega el blog por correo y parece que lo leen...
Nada más.
martes, 13 de noviembre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
jueves, 4 de octubre de 2012
LA ALMOHADILLA DACTILOGRÁFICA
Me pregunto por qué los fabricantes le pondrán un nombre a los objetos y los vendedores y los consumidores, como quien dice el vulgo, les llamamos de otra forma. ¿Por qué ese desacuerdo entre unos y otros? No debería primar la forma en que la mayoría de las personas nombran las cosas?
Me explico. Hace unos días necesitaba un huellero. Estoy seguro de que si usted vive en Colombia usted sabe qué es un huellero. Usted va a la papelería y le dice a la señorita : "Me hace el favor y me da un huellero?" La señorita, o el señor, le pregunta a su compañero de mostrador : "Gabriel, tenemos huelleros? y Gabriel responde "¿huelleros?, yo creo que sí". Va y lo busca y uno compra su huellero, pero cuando lee el empaque dice : "ALMOHADILLA DACTILOGRÁFICA", sin duda un nombre mucho más técnico y de más alcurnia, pero que no se utiliza en el habla del ciudadano de a pie.
Estoy seguro de que si uno va a la papelería y pregunta si tienen almohadillas dactilográficas, el dependiente hará una cara de sorpresa y dirá "una qué?!", eso en el caso de los dependientes medianamente interesados en hacer su labor de una manera más o menos eficaz, porque otros, siquiera sin parpadear dirán "aquí no vendemos de eso" o un simple, tajante e indiferente, No.
Otro caso será el de los fabricantes. Usted va a la fábrica y le pregunta al portero o a la recepcionista, "venga, en esta fábrica hacen huelleros? Con la misma cara de desconcierto le dirán "¿qué cosa?" o según el humor del dependiente de turno, " ¿huelleros, qué es eso?, no jóven (o señor, o mi amor, según el estilo) aquí lo que hacemos es Almohadillas Dactilográficas", y este enunciado irá acompañado de un gesto de alcurnia y de sapiencia acordes con la expresión.
¿Qué pasa? ¿por qué ese desacuerdo? por qué no nos ponemos de acuerdo en llamar al objeto de una u otra manera y así evitarle una dolorosa crisis de identidad?. Estoy seguro de que no solamente sucede con las Almohadillas dactilográficas sino con otro montón de objetos que los fabricantes bautizan de cierto modo y nosotros, el vulgo ignorante insistimos en llamar con otros nombres más prosaicos.
Prometo buscar más ejemplos y darlos a conocer para resolver este problema que es el culpable de que yo no duerma por las noches.
Me explico. Hace unos días necesitaba un huellero. Estoy seguro de que si usted vive en Colombia usted sabe qué es un huellero. Usted va a la papelería y le dice a la señorita : "Me hace el favor y me da un huellero?" La señorita, o el señor, le pregunta a su compañero de mostrador : "Gabriel, tenemos huelleros? y Gabriel responde "¿huelleros?, yo creo que sí". Va y lo busca y uno compra su huellero, pero cuando lee el empaque dice : "ALMOHADILLA DACTILOGRÁFICA", sin duda un nombre mucho más técnico y de más alcurnia, pero que no se utiliza en el habla del ciudadano de a pie.
Estoy seguro de que si uno va a la papelería y pregunta si tienen almohadillas dactilográficas, el dependiente hará una cara de sorpresa y dirá "una qué?!", eso en el caso de los dependientes medianamente interesados en hacer su labor de una manera más o menos eficaz, porque otros, siquiera sin parpadear dirán "aquí no vendemos de eso" o un simple, tajante e indiferente, No.
Otro caso será el de los fabricantes. Usted va a la fábrica y le pregunta al portero o a la recepcionista, "venga, en esta fábrica hacen huelleros? Con la misma cara de desconcierto le dirán "¿qué cosa?" o según el humor del dependiente de turno, " ¿huelleros, qué es eso?, no jóven (o señor, o mi amor, según el estilo) aquí lo que hacemos es Almohadillas Dactilográficas", y este enunciado irá acompañado de un gesto de alcurnia y de sapiencia acordes con la expresión.
¿Qué pasa? ¿por qué ese desacuerdo? por qué no nos ponemos de acuerdo en llamar al objeto de una u otra manera y así evitarle una dolorosa crisis de identidad?. Estoy seguro de que no solamente sucede con las Almohadillas dactilográficas sino con otro montón de objetos que los fabricantes bautizan de cierto modo y nosotros, el vulgo ignorante insistimos en llamar con otros nombres más prosaicos.
Prometo buscar más ejemplos y darlos a conocer para resolver este problema que es el culpable de que yo no duerma por las noches.
EL PODER DE LOS COLORINES
Póngase usted a evitar deliberadamente el consumo de productos con colorines, me explico. Existen un montón de cosas que tenemos que consumir para conservar nuestra vida en el sentido más básico, más orgánico de la palabra. Mejor dicho, hay que comer y beber y... bueno, todo lo demás. Pero cuando uno se pone en la tarea de consumir solamente lo esencial, se empieza a dar cuenta de la seducción que ejercen los colorines sobre nuestra psicología.
Yo ando en esa tarea -es posible que solo me dure un par de semanas yo qué sé- pero, al buscar un poco de agua en la tienda de una bomba de gasolina (estación de servicio como dicen ellos), que por supuesto tiene que ser agua de botella porque de la canilla no es posible, me empiezo a sentir atraído por el rojo de la coca-cola, y empiezo a mirar todos los empaques : los "Skiters", los "Sparkies", los... y me doy cuenta de que parte de mi necesidad sentida de consumir estas cosas está propiciada por los colores provocativos en que están envasados o empacados.
Pienso en los niños, en la atracción que generan los colores a nuestro espíritu. Se siguen aprovechando de eso. Cuando miraba en la tienda mencionada los empaques, me preguntaba, si estuvieran empacados en papeles blancos, así como empacaban ciertos productos en las farmacias, será que uno sentiría esa necesidad de consumir esas cosas? Yo creo que no.
Otra pregunta es, cuando estamos tomando coca-cola, o comiendo "Skitters", o tomando "Club Colombia "Dorada" qué es lo que estamos tomando y comiendo?. Con seguridad algo más que cebada, azúcar y (quién sabe de qué está hecha la coca-cola). Estamos consumiendo una imagen, quizá aunque no nos demos cuenta de manera muy consciente estamos consumiendo toda la historia de la coca-cola, la de la cerveza... todas esas imágenes a las que se han asociado esos productos.
Para mi es claro que no estoy diciendo nada nuevo, pero es interesante cuando uno se pilla esas cosas, no porque se las han dicho sino porque tiene la experiencia de ello. Es una cosa profunda que ya otros han dicho y que los vendedores de cosas saben muy bien. Consumimos imágenes, ilusiones.
Es un consumo de ilusiones en el que prima esa psicología arcaica de la incorporación oral, mejor dicho, de la lógica de que al comer aleta de tiburón vamos a ser buenos para nadar, o que, como no está demostrado que a los tiburones les da cáncer pues a nosotros tampoco. Hace parte de nuestra naturaleza, de una de las formas de funcionamiento de nuestro psiquismo.
Yo ando en esa tarea -es posible que solo me dure un par de semanas yo qué sé- pero, al buscar un poco de agua en la tienda de una bomba de gasolina (estación de servicio como dicen ellos), que por supuesto tiene que ser agua de botella porque de la canilla no es posible, me empiezo a sentir atraído por el rojo de la coca-cola, y empiezo a mirar todos los empaques : los "Skiters", los "Sparkies", los... y me doy cuenta de que parte de mi necesidad sentida de consumir estas cosas está propiciada por los colores provocativos en que están envasados o empacados.
Pienso en los niños, en la atracción que generan los colores a nuestro espíritu. Se siguen aprovechando de eso. Cuando miraba en la tienda mencionada los empaques, me preguntaba, si estuvieran empacados en papeles blancos, así como empacaban ciertos productos en las farmacias, será que uno sentiría esa necesidad de consumir esas cosas? Yo creo que no.
Otra pregunta es, cuando estamos tomando coca-cola, o comiendo "Skitters", o tomando "Club Colombia "Dorada" qué es lo que estamos tomando y comiendo?. Con seguridad algo más que cebada, azúcar y (quién sabe de qué está hecha la coca-cola). Estamos consumiendo una imagen, quizá aunque no nos demos cuenta de manera muy consciente estamos consumiendo toda la historia de la coca-cola, la de la cerveza... todas esas imágenes a las que se han asociado esos productos.
Para mi es claro que no estoy diciendo nada nuevo, pero es interesante cuando uno se pilla esas cosas, no porque se las han dicho sino porque tiene la experiencia de ello. Es una cosa profunda que ya otros han dicho y que los vendedores de cosas saben muy bien. Consumimos imágenes, ilusiones.
Es un consumo de ilusiones en el que prima esa psicología arcaica de la incorporación oral, mejor dicho, de la lógica de que al comer aleta de tiburón vamos a ser buenos para nadar, o que, como no está demostrado que a los tiburones les da cáncer pues a nosotros tampoco. Hace parte de nuestra naturaleza, de una de las formas de funcionamiento de nuestro psiquismo.
lunes, 1 de octubre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
Etiqueta en la sopa
En la sopa se veía algo descuidado, su porte no era para nada envidiable, su postura dejaba mucho que desear. Todos los demás ingredientes lo llamaban a sus espaldas desgarbanzo.
viernes, 28 de septiembre de 2012
martes, 11 de septiembre de 2012
lunes, 10 de septiembre de 2012
jueves, 6 de septiembre de 2012
martes, 4 de septiembre de 2012
sábado, 18 de agosto de 2012
Recomendaciones para asmáticos
Querido amigo asmático : le recomendamos hacer ejercicio, no porque se le vaya a quitar el asma -eso tal vez nunca sucederá- sino para que pueda recolectar, como un delfín, oxígeno para los dos días siguientes.
Atentamente,
Santiago Trujillo
Asmático Profesional
Atentamente,
Santiago Trujillo
Asmático Profesional
jueves, 16 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
CREDO COSMOGÓNICO - SINCRÉTICO
Creo que provenimos de unos monos extraterrestres que evolucionaron para reencarnar, morir, resucitar, e ir al cielo.
domingo, 12 de agosto de 2012
lunes, 18 de junio de 2012
jueves, 14 de junio de 2012
!Ay...!
En algunos momentos sentimos que para aliviar las cargas, presiones, miedos e incertidumbres de la vida, debemos chillar un conmovido ¡Ay!. Y sentimos que ese ¡Ay! debe ser dirigido a algo
o a alguien que pueda, como el Chapulín Colorado, venir a salvarnos.
Yo me pongo en eso, pero ningún ¡Ay! dirigido parece lograr su fin:
¡Ay!... (¿quién?)
¡Ay...!... ¿Dios?
¡Ay...!... ¿Pachamama?
!Ay...!... ¿mamá?
...¿papá?
Ninguno surte el efecto esperado. Intento otras
variaciones:
¡Ayy... Santiago…! (más o menos)
Solo me queda una posibilidad:
¡Ay...
...jueputa…!
miércoles, 13 de junio de 2012
RESTANDO
Me puse a restar.
Primero tomé lo que creía que era uno
‒¿1 = yo?‒
Le resté la necesidad de hacer para ser
Después le resté el tabaco,
el café,
con un gran esfuerzo sustraje internet...
Y el teléfono
Y las fantasías de estar con alguien;
Saqué la leche de la ecuación,
Y un largo talonario de quejas.
También la golosina de la depresión
Y el rabioso chocolate de la emoción.
Fui restando esas cosas, tal vez unas más
Y al final quedó cero.
Eso soy. Cero, ni a la derecha ni a la izquierda
Simplemente cero,
cero al co(n)ciente
Primero tomé lo que creía que era uno
‒¿1 = yo?‒
Le resté la necesidad de hacer para ser
Después le resté el tabaco,
el café,
con un gran esfuerzo sustraje internet...
Y el teléfono
Y las fantasías de estar con alguien;
Saqué la leche de la ecuación,
Y un largo talonario de quejas.
También la golosina de la depresión
Y el rabioso chocolate de la emoción.
Fui restando esas cosas, tal vez unas más
Y al final quedó cero.
Eso soy. Cero, ni a la derecha ni a la izquierda
Simplemente cero,
cero al co(n)ciente
martes, 22 de mayo de 2012
viernes, 3 de febrero de 2012
martes, 24 de enero de 2012
miércoles, 18 de enero de 2012
TELEFONOS INTELIGENTES... Y CON VOLUNTAD
Ayer a eso de las 11:00 p.m. estaba leyendo un libro. Por algún motivo que no recuerdo alcé una mano y tiré al suelo una lámpara que estaba mal pegada a la cabecera de la cama.
Me levanté. Me senté, y comencé a oír un pitido suave, casi inaudible pero inconfundible; se trataba del tono de un teléfono mientras espera ser contestado. El tono que escucha el llamante mientras le contestan. Pero si en la habitación no hay teléfono, me dije algo sorprendido. Así que agucé mis oídos. Lo que vino después fue la voz de una persona: Aló?... Aló?... Todo me pareció misterioso en ese momento. Dije ya que eran las once de la noche y el silencio permitía oír cualquier cosa, hasta las voces silentes de la mente…
Noté que los sonidos provenían de mi bolsillo, así que empecé a auscultarlo con curiosidad pero también con algo de afán, no fuera que la voz se aburriera del silencio y colgara. Podría estar en el umbral de otra dimensión, de una experiencia paranormal o para-nada-normal.
De mi bolsillo no solamente emanaban ondas sonoras; también lo vi, ondas-partículas visibles; una luz al final del túnel de mi bolsillo.
Lo que siguió, fue terrenal. Se trataba del celular, que, por alguna extraña razón se marca sin que dedo alguno intervenga en el milagro; quizá un pliegue del pantalón suplante los apéndices digitales, quizá un pedazo de barriga apriete los botones contra el muslo, el caso es que los celulares se marcan solos, y no es poco frecuente. Alguna vez me llamó el celular de un profesor amigo y sólo se oía de fondo una canción en francés de Charles Asnavour… la boheme… la boheme… ¡Aló?! Musitaba yo del lado de mi célula. Colgué. A los pocos minutos volvió a sonar: ¿Aló profesor? Y ya casi con esa angustia absurda que provoca la incomunicación: ¡Profesorrr…..!, chillé suplicante. Nada… y así otras dos veces hasta que decidí tomar la ofensiva y marqué a su número. El celular, receloso, seguramente acalló su timbre. ‒si pueden marcarse solos por qué no van a poder ahogar el timbre que anuncia una llamada…‒ y no pudimos hablar.
Pero esta vez fue diferente, mi celular marcó y yo lo sorprendí cuando ya había entablado comunicación con su homólogo y con su dueño. Aló… alóooo, cambiando paulatinamente el tono que comienza desde el convencional ¿Aló? Que es como una pregunta, y siguiendo con un Aló in crescendo que se aproxima a la desesperación, mezcla de curiosidad e incertidumbre, hasta llegar a un recio y militar ¡ALÓ! que ya es rabia y es orden de que la otra voz se haga presente con su tono, su timbre y su mensaje.
Creo que en ese momento atrapé el celular y vi a quién estaba llamando: el nombre, Andrés, acompañado del dibujo de un telefonito verde intermitente. Ahí tomé la voz cantante, o la voz llamante: ¡Quiubo Andrés…!, sacándolo así de la agonía que seguramente ya empezaba a agobiarlo, y seguí sin esperar ninguna respuesta, a ¡felicitarlo por su cumpleaños!. En ese momento caí en cuenta de que mi amigo estaba de cumple años; ya lo había felicitado a través de un click por las red social que compartimos, y eso me pareció tan maravilloso, tan casi milagroso…! Felicitar a alguien por teléfono, cuando, en primer lugar mi memoria olvida sistemáticamente los cumpleaños de mis amigos, cuando, en segundo lugar evito los contactos sociales, cuando, en tercer lugar… no me acuerdo.
La verdad es que al final de mi pequeño discurso cumpleañero, mi interlocutor, agradecidísimo por el gesto me preguntó que quién era yo… Fulano de tal, le dije, le conté la misteriosa historia del celular autosuficiente y apuntalé un par de observaciones sobre los cumpleaños, la vida y el movimiento de los astros.
En el resumen de la experiencia decía: primero, que se marque, segundo, que me dé cuenta, tercero, que sea a alguien que está cumpliendo años… un sartal de coincidencias para un evento relativamente cotidiano. Milán Kundera decía que entre más coincidencias más significativos eran los sucesos….
Me levanté. Me senté, y comencé a oír un pitido suave, casi inaudible pero inconfundible; se trataba del tono de un teléfono mientras espera ser contestado. El tono que escucha el llamante mientras le contestan. Pero si en la habitación no hay teléfono, me dije algo sorprendido. Así que agucé mis oídos. Lo que vino después fue la voz de una persona: Aló?... Aló?... Todo me pareció misterioso en ese momento. Dije ya que eran las once de la noche y el silencio permitía oír cualquier cosa, hasta las voces silentes de la mente…
Noté que los sonidos provenían de mi bolsillo, así que empecé a auscultarlo con curiosidad pero también con algo de afán, no fuera que la voz se aburriera del silencio y colgara. Podría estar en el umbral de otra dimensión, de una experiencia paranormal o para-nada-normal.
De mi bolsillo no solamente emanaban ondas sonoras; también lo vi, ondas-partículas visibles; una luz al final del túnel de mi bolsillo.
Lo que siguió, fue terrenal. Se trataba del celular, que, por alguna extraña razón se marca sin que dedo alguno intervenga en el milagro; quizá un pliegue del pantalón suplante los apéndices digitales, quizá un pedazo de barriga apriete los botones contra el muslo, el caso es que los celulares se marcan solos, y no es poco frecuente. Alguna vez me llamó el celular de un profesor amigo y sólo se oía de fondo una canción en francés de Charles Asnavour… la boheme… la boheme… ¡Aló?! Musitaba yo del lado de mi célula. Colgué. A los pocos minutos volvió a sonar: ¿Aló profesor? Y ya casi con esa angustia absurda que provoca la incomunicación: ¡Profesorrr…..!, chillé suplicante. Nada… y así otras dos veces hasta que decidí tomar la ofensiva y marqué a su número. El celular, receloso, seguramente acalló su timbre. ‒si pueden marcarse solos por qué no van a poder ahogar el timbre que anuncia una llamada…‒ y no pudimos hablar.
Pero esta vez fue diferente, mi celular marcó y yo lo sorprendí cuando ya había entablado comunicación con su homólogo y con su dueño. Aló… alóooo, cambiando paulatinamente el tono que comienza desde el convencional ¿Aló? Que es como una pregunta, y siguiendo con un Aló in crescendo que se aproxima a la desesperación, mezcla de curiosidad e incertidumbre, hasta llegar a un recio y militar ¡ALÓ! que ya es rabia y es orden de que la otra voz se haga presente con su tono, su timbre y su mensaje.
Creo que en ese momento atrapé el celular y vi a quién estaba llamando: el nombre, Andrés, acompañado del dibujo de un telefonito verde intermitente. Ahí tomé la voz cantante, o la voz llamante: ¡Quiubo Andrés…!, sacándolo así de la agonía que seguramente ya empezaba a agobiarlo, y seguí sin esperar ninguna respuesta, a ¡felicitarlo por su cumpleaños!. En ese momento caí en cuenta de que mi amigo estaba de cumple años; ya lo había felicitado a través de un click por las red social que compartimos, y eso me pareció tan maravilloso, tan casi milagroso…! Felicitar a alguien por teléfono, cuando, en primer lugar mi memoria olvida sistemáticamente los cumpleaños de mis amigos, cuando, en segundo lugar evito los contactos sociales, cuando, en tercer lugar… no me acuerdo.
La verdad es que al final de mi pequeño discurso cumpleañero, mi interlocutor, agradecidísimo por el gesto me preguntó que quién era yo… Fulano de tal, le dije, le conté la misteriosa historia del celular autosuficiente y apuntalé un par de observaciones sobre los cumpleaños, la vida y el movimiento de los astros.
En el resumen de la experiencia decía: primero, que se marque, segundo, que me dé cuenta, tercero, que sea a alguien que está cumpliendo años… un sartal de coincidencias para un evento relativamente cotidiano. Milán Kundera decía que entre más coincidencias más significativos eran los sucesos….
sábado, 14 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
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