No es que el ruido disminuya sino que cambia su forma. Ahora es un parloteo indiferenciado de mujeres hablando, platos chocando, murmullos inidentificables. Una
niña–niño–bebé quejándose.
–Oiga señor… El internet no está funcionando… –le dice al mesero con dulzura absoluta la
muchacha de ojos y pelo y cejas negras largas como sombreros de ala ancha.
En otra mesa dos tipos se sonríen.
Una joven con un águila tatuada
en el pecho se va al baño. Mientras la espera, su compañero o amigo se frota la
barbilla con el dedo y ejecuta ese gesto entre ansioso y placentero de zapatear
en el piso.
Algo muy rápido se cuela por los
arbustos (una especie de pinos tupidos), tal vez un pájaro, que desordena las hojas
del árbol (casi todo lo que se dice de los pájaros es poético o es bonito). Una humarada se desprende del tipo que se reía
y que ahora bosteza, un tipo con esa extraña barba sin bigote. La del pelo negro
sorbe una taza gigante de algo que parece chocolate.
Las miradas que se cruzan los
mirantes con los mirados, los miradores con los mirantes.
Las sensaciones en los pulmones.
La flaca del tatuaje hace un
reguero al echarle café caliente al helado. El humo se deprende de su cenicero pintando
siluetas efímeras en el aire.
El cielo aparece en escena. Un
par de nubes sin mucha forma. Se parecen a los dibujos del humo. Los ojos muy
abiertos de la negra que espera al camarero –conociendo este café se sabe que
le va a tocar esperar bastante–.
Serísima operando su celular.
Hay gente que tiene una forma
nerviosa de fumar, como la joven del tatuaje de pájaro o de águila. Podría hacerse un tratado de personalidad
según la forma como la gente fuma. Esta coge el cigarrillo en un ademán rápido.
Rápido lleva la mano al cenicero para cazar el cigarrillo, rápido se lo mete en
la boca, rápido lo aspira, rápido exhala. No vale la pena fumar así, fumar de
afán, fumar de prisa… es como si hubiera cierta culpa en ello, cierto temor de
ser sorprendida por un ojo externo o interno. La pelada del tatuaje se ha calado
unas gafas gatúbelas.
–Ey parce háblame de ese tatuaje
por favor…. Ustedes los tatuados no pueden pensar que pueden pasearse
impunemente por el mundo exhibiendo sus dibujos, sin nadie los mire ni les pregunte por ese misterio…
La columna se endereza un poco. Toro sentado cruza los brazos sobre el pecho. La tórtola –Zenaida auriculata– vuela de izquierda a derecha -en el sentido de la lectura- y aterriza en un muro.
Punto.
Punto.