domingo, 21 de octubre de 2012

Estoy pensando en voz alta;

Estoy pensando en vos alta.

sábado, 20 de octubre de 2012

Una cebolla rodando por la loma del Escobero. Se cayó de un camión lleno de verduras. Sola, empujada por la ley de la gravedad... hasta los que hacen llorar lloran de vez en cuando.

martes, 16 de octubre de 2012

… Y pasaron unas señoras que parecían de verdad…

domingo, 14 de octubre de 2012

Iba al psicoanálisis a divanearse los sesos

jueves, 4 de octubre de 2012

LA ALMOHADILLA DACTILOGRÁFICA

Me pregunto por qué los fabricantes le pondrán un nombre a los objetos y los vendedores y los consumidores, como quien dice el vulgo, les llamamos de otra forma. ¿Por qué ese desacuerdo entre unos y otros? No debería primar la forma en que la mayoría de las personas nombran las cosas?

Me explico. Hace unos días necesitaba un huellero. Estoy seguro de que si usted vive en Colombia usted sabe qué es un huellero. Usted va a la papelería y le dice a la señorita : "Me hace el favor y me da un huellero?" La señorita, o el señor, le pregunta a su compañero de mostrador : "Gabriel, tenemos huelleros? y Gabriel responde "¿huelleros?, yo creo que sí". Va y lo busca y uno compra su huellero, pero cuando lee el empaque dice : "ALMOHADILLA DACTILOGRÁFICA", sin duda un nombre mucho más técnico y de más alcurnia, pero que no se utiliza en el habla del ciudadano de a pie.

Estoy seguro de que si uno va a la papelería y pregunta si tienen almohadillas dactilográficas, el dependiente hará una cara de sorpresa y dirá "una qué?!", eso en el caso de los dependientes medianamente interesados en hacer su labor de una manera más o menos eficaz, porque otros, siquiera sin parpadear dirán "aquí no vendemos de eso" o un simple, tajante e indiferente, No.

Otro caso será el de los fabricantes. Usted va a la fábrica y le pregunta al portero o a la recepcionista, "venga, en esta fábrica hacen huelleros? Con la misma cara de desconcierto le dirán "¿qué cosa?" o según el humor del dependiente de turno, " ¿huelleros, qué es eso?, no jóven (o señor, o mi amor, según el estilo) aquí lo que hacemos es Almohadillas Dactilográficas", y este enunciado irá acompañado de un gesto de alcurnia y de sapiencia acordes con la expresión.

¿Qué pasa? ¿por qué ese desacuerdo? por qué no nos ponemos de acuerdo en llamar al objeto de una u otra manera y así evitarle una dolorosa crisis de identidad?. Estoy seguro de que no solamente sucede con las Almohadillas dactilográficas sino con otro montón de objetos que los fabricantes bautizan de cierto modo y nosotros, el vulgo ignorante insistimos en llamar con otros nombres más prosaicos.

Prometo buscar más ejemplos y darlos a conocer para resolver este problema que es el culpable de que yo no duerma por las noches.

EL PODER DE LOS COLORINES

Póngase usted a evitar deliberadamente el consumo de productos con colorines, me explico. Existen un montón de cosas que tenemos que consumir para conservar nuestra vida en el sentido más básico, más orgánico de la palabra. Mejor dicho, hay que comer y beber y... bueno, todo lo demás. Pero cuando uno se pone en la tarea de consumir solamente lo esencial, se empieza a dar cuenta de la seducción que ejercen los colorines sobre nuestra psicología.

Yo ando en esa tarea -es posible que solo me dure un par de semanas yo qué sé- pero, al buscar un poco de agua en la tienda de una bomba de gasolina (estación de servicio como dicen ellos), que por supuesto tiene que ser agua de botella porque de la canilla no es posible, me empiezo a sentir atraído por el rojo de la coca-cola, y empiezo a mirar todos los empaques : los "Skiters", los "Sparkies", los... y me doy cuenta de que parte de mi necesidad sentida de consumir estas cosas está propiciada por los colores provocativos en que están envasados o empacados.

Pienso en los niños, en la atracción que generan los colores a nuestro espíritu. Se siguen aprovechando de eso. Cuando miraba en la tienda mencionada los empaques, me preguntaba, si estuvieran empacados en papeles blancos, así como empacaban ciertos productos en las farmacias, será que uno sentiría esa necesidad de consumir esas cosas? Yo creo que no.

Otra pregunta es, cuando estamos tomando coca-cola, o comiendo "Skitters", o tomando "Club Colombia "Dorada" qué es lo que estamos tomando y comiendo?. Con seguridad algo más que cebada, azúcar y (quién sabe de qué está hecha la coca-cola). Estamos consumiendo una imagen, quizá aunque no nos demos cuenta de manera muy consciente estamos consumiendo toda la historia de la coca-cola, la de la cerveza... todas esas imágenes a las que se han asociado esos productos.

Para mi es claro que no estoy diciendo nada nuevo, pero es interesante cuando uno se pilla esas cosas, no porque se las han dicho sino porque tiene la experiencia de ello. Es una cosa profunda que ya otros han dicho y que los vendedores de cosas saben muy bien. Consumimos imágenes, ilusiones.

Es un consumo de ilusiones en el que prima esa psicología arcaica de la incorporación oral, mejor dicho, de la lógica de que al comer aleta de tiburón vamos a ser buenos para nadar, o que, como no está demostrado que a los tiburones les da cáncer pues a nosotros tampoco. Hace parte de nuestra naturaleza, de una de las formas de funcionamiento de nuestro psiquismo.

lunes, 1 de octubre de 2012

Era este un escritor de profesión que llevaba muchísimos años escribiendo, y decía : eh avemaría, lo que yo he escrito no está escrito!