Escucho el clack clack del reloj y me sincronizo con él. Hago un movimiento del cuerpo con cada  clack.  A veces el reloj sigue caminando pero deja de sonar y me siento desolado. Entonces me quedo quieto hasta que vuelvo a escuchar su clack, clack, que,  dicho sea de paso, odio. 
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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